21 de marzo de 2016.
Salamanca.
Ya llevaba una semana en Salamanca, en
la casa donde había sido criado. Dan estaba acostado en su cama con
la puerta cerrada para que nadie pudiera molestarlo. Sus manos
tapaban su visión mientras sus pensamientos volaban por su mente,
libres como el viento. Aún no comprendía el motivo por el que había
dejado a su verdadero amor. Aún no alcanzaba a entender por qué
había tomado esa estúpida decisión.
―Me he comportado como un crío.
Parece mentira que con treinta años aún siga cometiendo estupideces
―se dijo a sí mismo en voz alta.
Apartó las manos de sus ojos y observó
el techo con nostalgia. Aún seguían siendo pareja de hecho, lo que
significaba que tendría que viajar pronto a Sevilla para aclarar la
situación. Lo que no sabía Dan era si quería dejarlo
definitivamente con ella. Bufó al darse cuenta que no estaba seguro
de haber obrado bien. ¿Y si cuando se arrepintiera, y se lo diera a
entender a María, ya era demasiado tarde?
Cabía esa posibilidad como cualquier
otra.
De lo que sí estaba seguro era de que
no podría mirarla a la cara cuando volviera. Odiaba reconocer que la
había lastimado, pero era una realidad tan cruel como su existencia.
¿Qué pensaría de él ahora que se encontraba sola y a merced de
sus sentimientos? «Joder, no debí
dejarla abandonada a su suerte». Se incorporó de repente ante ese
pensamiento, pero segundos después volvió a tumbarse. Ya no podía
hacer nada por ella, no con la distancia que los separaba.
―¡Dan! ―Su hermana Rocío le llamó
desde las escaleras.
Ya estaba lista la cena.
Dan se incorporó de nuevo y se dirigió
hacia la puerta de la habitación. Se dio cuenta de que con su
actitud estaba dando a entender que no era más que un crío con
cuerpo de hombre. ¿Qué pensarían sus hermanos menores?
Bajó las escaleras y encontró a su
hermana menor frente a él con una sonrisa. Daniel tuvo la tentación
de mostrar una mueca, pero se contuvo e intentó sonreír también.
No lo consiguió.
―Mamá ha hecho lo que te gusta:
macarrones a la carbonara.
Sin embargo, aquella noticia no le
entusiasmó como debería. Desde su llegada, nada había sido como
antes. Su mente estaba perdida en algún lugar lejano a aquella casa
y su corazón demasiado demostrado como para poder demostrar
cualquier sentimiento.
―Oh, ya, hermano. ¡Deja de poner esa
cara de amargado y ponte a comer! ―Santiago estaba aburrido de las
malas caras de Daniel, y estaba harto de que su familia evitara
hablar del tema― Por lo que me has contado, fuiste el culpable de
tu situación así que deja de hacerte la víctima. No podemos estar
pendientes de ti todo el tiempo. ¡Que ya tienes treinta años, coño!
Dan abrió los ojos y pareció
despertar de la ensoñación en la que vivía desde que se marchó de
Sevilla. No dijo nada, pues su hermano tenía toda la razón. Parecía
un bebé del que tuvieran que estar pendientes, cuando debería ser
al revés. Él era el mayor de los tres y su madre, aun con lo mayor
que era y lo enferma que estaba, seguía en pie. Incluso cuando su
padre murió hacía unos años.
Se sentía como un estúpido.
―Lo siento, Santi ―se disculpó―.
Soy un egoísta, lo reconozco.
―Es solo que estás dolido aún por
lo que pasó ―dijo Rocío―. Nadie te culpa. ¿Verdad, Santi?
El aludido miró hacia otro lado y
luego volvió a mirar su comida, sin prestar atención a las palabras
de su hermana pequeña.
―Déjale ―La chica dirigió su
mirada hacia Dan, que se encontraba sentado a su lado―. Aún no
entiende por lo que estás pasando. Ya verás que cuando se enamore
por primera vez...
―No, si tiene razón. He sido un
completo egoísta. Mamá ―Y dirigió su mirada hacia Dolores―
seguramente aún no haya superado la muerte de papá. Tú ―Volvió
a clavar sus ojos en los de Rocío― estarás demasiado preocupada
por ella y él... Seguro que también. ¡No soy tonto! Y no debería
estar aquí molestando. Debería haberme ido a mi piso, así os
dejaba tranquilos.
Entonces se levantó de la mesa sin
probar bocado de los macarrones y subió las escaleras hasta su
habitación. Rocío iba a seguir a su hermano, pero Dolores la
detuvo.
―Ahora necesita estar solo ―Fue lo
único que dijo.
***
24 de marzo de 2016.
Salamanca.
Habían pasado ya unos días desde que
se estableció en el piso al que debió acudir en primer lugar. Se
sentía culpable de la pena de su familia, pues deberían estar
apoyándose los unos a los otros por la pérdida que aún no habían
superado. Ni siquiera él, aunque le pesaba más la ausencia de
María. Una ausencia que él mismo había provocado e iniciado.
Ya nada parecía tener sentido. Nada en
su triste vida había que pudiera calmarlo o reducir un poco aquel
estado en el que estaba sumido.
Había dejado su trabajo en la
editorial por miedo a tener que ver todos los días a su pareja.
Había huido de la forma más cobarde y ahora no tenía nada mejor
que hacer. Nada, salvo sentirse estúpido e indefenso en aquella casa
que no sentía como suya. La soledad le invadió por completo y
produjo el mismo impacto que un cubo de agua fría recién despierto.
Su corazón se encogió y sintió un vacío en su interior que no fue
capaz de calmar con nada. Ni siquiera con las pocas pastillas que
había conseguido llevarse del piso que había compartido con Maroc.
Todo era demasiado complicado como para
poder lidiar con ello sin que sus heridas volvieran a abrirse. Y no
había nada que él pudiera hacer para sentirse más arropado, más
acompañado y mucho más querido. La estancia con su familia no había
sido de las mejores desde que volvió debido a su propio egoísmo.
Su estúpido egoísmo.
«Debí
pensarlo antes de proponer esta gilipollez» pensó, mostrando una
mueca que su reflejo en el espejo devolvió.
Próximamente... CAPÍTULO 3
8 opiniones
Hola de nuevo.
ResponderEliminarNo sé como, me equivoqué y empecé por el capítulo dos. Y luego creo que no se envió el comentario XD
Me pareció raro que él tampoco sepa la razón con claridad.
Me gusta que ella pasa de estar sola a rodearse de seres queridos, en contraste con él, que hace lo opuesto. Ya veremos si eso es relevante.
Nos leemos :)
Tal y como dije en la nota inicial del capítulo 1 (si no me equivoco), estamos ante dos versiones y hasta el momento no podemos saber cuál de las dos es verdadera. O si alguno esconde algo.
EliminarDan tampoco debería permanecer solo, pero su situación familiar, digamos, no le deja más remedio.
Me alegra que te esté gustando esta historia ^^
Saludos.
¡Hola! ¿Cómo estás? Me gusta el rumbo que va tomando la historia, aunque he quedado más picada que con el capítulo anterior, especialmente, con ése pensamiento final de Dan.
ResponderEliminarMuy bueno, estaré atenta a la continuación.
Bye!
¡Hola! Bastante bien leyendo vuestros preciosos comentarios *-*
EliminarMe alegra mucho que te esté gustando Volveré a dejarte, y que te hayas quedado picada con la reflexión final. Suele suceder que no es hasta que nos hallamos perdidos que echamos de menos la calidez del horar ¿no es así? Seguro que acaba escarmentando ;)
Muchas gracias <3
Saludos.
comportamiento tipico de los hombres, liarla parda, desaparecer y cuando la chica esta bien, tachan reaparecer como arte de magia e intentar que todo vuelva a lo de antes.
ResponderEliminarOjala cada vez menos mujeres toleren esos comportamientos de los tios.
Animo, te esta quedando genial la historia.
Pues sí... Las cosas entre ellos se complicarán bastante a partir de cierto capítulo. Gracias por estar aquí de nuevo ^^
EliminarAy quiero saber todo el misterio que esconde esta historia, de que pasara con ambos personajes! Me sigue gustando mucho la historia :D
ResponderEliminarMe alegra mucho saberlo, guapa. ¡Muchas gracias! *-*
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