Cuando
entramos en el bosque, Nise ya había menguado. Antes de hacerlo me
había explicado que era de suma importancia, pues sus energías
podrían verse perjudicadas. Aún no conocía el motivo de sus
transformaciones, ni qué misterio escondía aquel mundo paralelo en
el que estaba atrapada.
Esperaba
que, con la visita al Oráculo, todas mis preguntas obtuvieran
respuesta.
—¿Sabes?
—comentó Nico a mi lado— Yo no creo que ese Oráculo sea de
mucha ayuda.
—¿Por
qué dices eso? —pregunté sin girarme para mirarlo.
—Porque
nunca creí que existiera alguien con esas características. Los
reyes, en especial mi señor Baltasar, creen fervientemente en él.
Pero yo creo que no es más que una farsa para atraer a los ilusos.
Ni siquiera creo que tenga las respuestas a todas las preguntas. ¡Eso
es imposible!
Seguí
mirando hacia delante, sin perder de vista a Nise. Estaba muy ocupado
marcando el ritmo y observando todo lo que había a su alrededor.
Aunque en más de una ocasión me pareció ver que me miraba de
reojo.
—Pues
yo sí que lo creo, fíjate. Y en caso de que sea un farsante,
siempre podemos irnos por donde hemos venido y ya ¿no crees? ¿Por
qué tanto drama, Nico? —Me detuve para mirarle a los ojos.
—Tus
ojos son más bonitos de lo que pensaba.
—No
digas tonterías. Son marrones, de esos normales y corrientes que
abundan —Dejé de hablar un momento—. Dime una cosa ¿sabe Laura
que siempre tonteas con todas las chicas guapas que conoces?
—Eh...
¿Qué? ¿Qué tiene que ver Laura en todo esto? —indagó, confuso.
—No
soy estúpida, Nico —respondí—. Sé que no soy la primera a la
que intentas seducir. Y la primera fue ella, aunque pensé que lo
vuestro era realmente amor...
—Y
lo es. ¿Pero qué esperas que haga cuando paso la mayor parte del
tiempo solo?
—¿Sabes
una cosa? Mejor ni me hables —sentencié con rotundidad.
Avancé
hacia Nise con rapidez y me situé a su lado sin decir nada. La
actitud de Nico había cambiado mi humor drásticamente. No resultó
ser como yo esperaba.
—¿Qué
pasó, Davina?
Tras
acostumbrarme a su estatura cercana a la mía, no reconocí de
primeras la voz de Nise. Y cuando lo hice, miré hacia él con una
sonrisa. Intenté ocultar lo ocurrido con Nico.
—Nada.
—No
lo creo. Es más, estoy seguro de que Nico ha sido el responsable de
lo que te ocurre ¿me equivoco?
Junté
mis manos y empecé a frotármelas, desviando la mirada en el
proceso. ¿Cómo podía ser capaz de averiguar qué me ocurría si
apenas nos conocíamos?
—No
hace falta que me lo confirmes con palabras, tu actitud lo dice todo
—añadió él.
Bajé
la cabeza para observar el suelo que pisaban mis pies. Por un momento
olvidé todo el asunto de la misión, la visita al Oráculo y todas
las preguntas que necesitaban respuesta. Olvidé que estaba en otro
mundo, con dos seres completamente distintos que parecían competir
por mi afecto y con los que tendría que lidiar durante todo el
viaje. Por un momento pensé que todo lo que había leído era una
farsa, que nada de lo que conocía era verdad. La actitud de Nicolás
me lo había demostrado, sus palabras me habían llenado de un rencor
incomprensible para mí.
El
héroe
se había convertido en un perfecto idiota.
—¿Sabes
una cosa? —Volvió a hablar Nise— No merece ni siquiera formar
parte de tus pensamientos.
—Lo
sé —respondí—, pero me da mucha rabia. Pensé que no sería así
de...
—¿Idiota?
¿Estúpido?
—¿Sabes
que son palabras diferentes para describir lo mismo? —Reí— Pero
sí, no pensé que fuera así de idiota.
—Me
gustas más riendo que cuando estás enfadada —comentó Nise—.
¿Crees que podrás hacerte el favor de no darle importancia a Nico y
pensar en lo realmente importante?
De
nuevo bajé mi mirada hacia el suelo mientras continuaba caminando.
Nise no se encontraba muy lejos de mí y, por supuesto, mis ojos
estaban tan cercanos al suelo como a su pequeño cuerpo.
—¿Alguna
vez me contarás por qué puedes aumentar y menguar de tamaño?
—pregunté con la mirada aún clavada en el terreno bajo mis pies.
—Es
algo que tengo pendiente desde que decidiste acompañarme a este
mundo. Cuando llegue el momento te contaré todo lo que quieras
saber, no es necesario que atosigues al Oráculo con preguntas que yo
mismo podría responder sin problemas.
Aquella
respuesta me tranquilizó tanto que esbocé una sonrisa sincera en su
dirección.
Cuando
levanté la mirada apenas vi algo más que no fueran ramas y hojas
ante mí. En ese momento, más que en cualquier otro, me alegré de
haber sugerido que me acompañara. Sin él no hubiera sabido salir
del bosque, y estaba segura de que Nico tampoco hubiera podido...
Hacía un buen rato que no oía pasos tras de mí, o la respiración
lejana de quien se encuentra detrás en una expedición. Miré a mi
espalda y no vi ni rastro de él.
—Espera
un momento. ¿Dónde ha ido Nico?
—¡Vaya!
Al final vamos a tener que preocuparnos por él... —Nise se giró
también y echó un vistazo a su alrededor— Parece que lleva un
buen rato desaparecido, porque las únicas huellas que soy capaz de
distinguir son las nuestras. Es más idiota de lo que pensaba...
—Tenemos
que encontrarle. ¿Si nos separamos del camino principal crees que
seremos capaces de salir del bosque?
—Estoy
completamente seguro de eso. Conozco este bosque como la palma de mi
mano.
Aquella
afirmación me tranquilizó, pues de otra forma quizá tendría que
haber pensado en la posibilidad de abandonar a Nico a su suerte. No
valía la pena arriesgar tres vidas solo por una que había tomado la
decisión de cometer un error.
Y
pensar que lo había llegado a admirar por ser quien era.
—No
te separes de mi lado, Davina. No quiero que tú también te
pierdas...
Iba
a responder cuando vi que, de nuevo, empezó a transformarse.
—Creo
que así podremos encontrarle mejor, mi otro tamaño no nos sería de
gran ayuda —explicó, a pesar de que en ningún momento pensé en
preguntarle por qué lo había hecho.
Comenzamos
a andar evitando cruzarnos con animales peligrosos o con trampas
mortales. En aquel lugar abundaban. La distancia entre los dos era
mínima, pero la suficiente como para que no hubiera roces extraños.
Aunque por alguna extraña razón deseaba que se realizara algún
tipo de contacto entre nosotros. De vez en cuando le miraba de reojo
para descubrir que él hacía lo mismo conmigo. El silencio estaba
matándome lentamente, y no sabía si era por él, por mí o por lo
que me hacía sentir.
Mis
torpes pies tropezaron con algo que no logré identificar. Creí que
caería de bruces sobre el suelo, pero algo rodeó mi cintura. Nise
empujó mi cuerpo hacia él y ambos quedamos frente a frente.
—Gra-gracias
—balbuceé.
Sus
manos se aferraron a mi cintura.
—Solo
hice lo que tenía que hacer. Hubiera sido una caída muy dolorosa...
Pero
yo no podía pensar en eso, sino en esa voz tan seductora que tenía
cuando aumentaba de tamaño.
—Menos
mal que accediste a acompañarme —admití al fin.
—No
podría haber sido de otra manera, y tampoco me habría perdonado no
hacerlo. Yo te traje aquí ¿no?
Y
seguía hablando de manera pausada, seductora, como si de un momento
a otro ambos nos fundiéramos en un beso de película. Permanecimos
callados y, para mi sorpresa, estaba lo suficientemente tranquila
como para no temblar en sus brazos. Su mano derecha subió hasta mi
mejilla y la acarició con lentitud.
—Deberíamos
continuar la búsqueda.
Me
soltó y emprendió de nuevo la marcha hacia delante. Quedé parada
en el sitio y sorprendida por mi propia actitud. El corazón latía a
mil por hora. Le seguí cuando mis piernas reaccionaron a las órdenes
de mi cerebro, colocándome al lado de él y observando a mi
alrededor por si veía a Nico por alguna parte. ¿Dónde se habría
metido?
—¿Y
si nos oyó y ha vuelto al castillo?
—No
lo creo —respondió Nise—, él jamás desobedecería una orden de
Baltasar. Su lealtad hacia él es demasiado grande como para actuar
de manera estúpida. Seguramente se despistó y acabó perdido.
Recuerda que nosotros tampoco le prestamos demasiada atención
durante unos minutos.
Asentí
y continué con mi propia búsqueda. De vez en cuando aparecía en mi
mente la imagen de lo ocurrido anteriormente en contraposición con
la ridícula discusión con Nico. La vergüenza se apoderó de mí;
quién me hubiera dicho en París que acabaría actuando de esta
forma y ante dos desconocidos. O peor aún, ¿cómo habría
reaccionado si, antes de que Nise apareciera, me contaran lo que
llegaría a ocurrir si decidía acompañarle?
Tal
vez me hubiera negado en rotundo a creerlo.
En
la distancia oí el lamento de alguien, por lo que decidí arrastrar
conmigo a Nise y observar escondidos tras unos matorrales. Si se
trataba de Nico lo ayudaríamos, sino ya decidiríamos qué hacer.
Ante todo teníamos que pensar por todos los que estaban involucrados
en aquella misión de la que aún no sabía nada.
—Nicolás,
¿sabes a qué te enfrentas si nuestros señores se enteran? Baltasar
te asignó a ti como acompañante de la chica, no puedes echarlo todo
a perder. Él jamás encontrará a alguien parecido a ti.
Nise
y yo permanecimos escondidos entre varios arbustos.
—Lo
sé, Eleazar, pero necesito que me des tu consejo. ¡Yo no pedí
esto!
—¿Cómo
que no? No dejaste de insistir para ser tú quien los acompañara.
Baltasar te eligió porque no tuvo más remedio, pero Melchor me
eligió a mí por ser el que tiene más experiencia. ¿Qué te ha
hecho cambiar de opinión?
—Ella
—Nico parecía muy tenso.
—¿Cómo
que ella? ¿No te habrás dejado seducir...?
—¡No!
—respondió rápidamente el paje de Baltasar— He sido yo quien lo
ha intentado y me ha dejado las cosas muy claras. Además, sabe de la
existencia de Laura...
—¿Cómo
es posible? Davina es una simple humana... —El tono del que se
hacía llamar Eleazar no me gustó en absoluto.
Nico
soltó una carcajada muy sonora.
—Tú
no la conoces. Podrá ser solo una humana, pero de simple no tiene
nada.
Sonreí
al saber lo que opinaba de mí. En realidad, no esperaba que fuera a
defenderme de esa forma después de nuestra pelea.
—Tampoco
es para que te enfades —Se defendió Eleazar— Estoy aquí porque
me has llamado, no porque yo haya decidido venir. Pero será mejor
que regrese si no quiero que mi señor me regañe...
Eleazar
desapareció y Nico se quedó solo entre los arbustos. Nise y yo nos
miramos sin saber qué decir hasta que nos levantamos. El paje nos
miró sorprendido.
—¿Habéis
estado todo el rato escuchando?
Respondimos
cada uno por nuestro lado con una afirmación y una negación que
confundió más el rostro de Nico.
—Lo
siento —dije finalmente, no podía negar lo evidente.
—¿Por
qué lo habéis hecho?
—Porque
te estábamos buscando y no creímos conveniente meternos en tus
asuntos. Además, pensábamos salir si en algún momento corrías
peligro, pero ya vimos que no.
—Claro
que no —Se apresuró a decir—. Avisé a Eleazar para que viniera
porque necesitaba consejo...
—No
hace falta que des explicaciones —recalqué. Miré a Nise—.
¿Volvemos? No podemos perder más tiempo.
Nise
asintió y miró a su alrededor, no supe para qué exactamente. Seguí
su mirada y solo pude ver maleza y más maleza, aparte de algunos
árboles altos distribuidos aleatoriamente. Volví a observar a Nise
y, al ver su preocupación, empecé a agobiarme.
—¿Qué
pasa? Dime que podemos salir de aquí, por favor.
0 opiniones
Ficción Romántica te informa de que tus datos personales recogidos en este formulario serán tratados únicamente para poder mostrar el comentario que envíes y solo estarán almacenados en Blogger (Google) para ese fin. Si quieres leer su política de privacidad, haz clic en el anterior enlace. Si no introduces los datos que aparecen en el formulario es posible que no puedas comentar en el blog. En cualquier momento podrás ejercer tus derechos de acceso, rectificación, limitación y supresión de tus datos en ficcionromantica@gmail.com, así como el de presentar una reclamación ante una autoridad de control. Puedes consultar la información detallada en la política de privacidad del blog.
¡Atención! El spam no está permitido bajo ningún concepto. Si vienes de la iniciativa 'Seamos seguidores', recuerda que tienes una entrada bien bonita donde puedes anunciar que me sigues. Por cierto, solo con comentar en cualquiera de las entradas (recuerda hacerlo de manera coherente según sus contenidos) te aseguras de que yo me pase por tu blog, si puedo, para devolverte la visita. Recuerda que si no lo haces, no tengo forma de saber si me lees.