24 de marzo de 2016.
Salamanca.
Dan cometió un
error al mudarse a su piso de soltero. Estar solo no le convenía, ni
siquiera le hacía sentir mejor. Se sentía preso en la más absoluta
soledad y, por si fuera poco, no dejaba de pensar en ella.
Constantemente, sus pensamientos le atormentaban con preguntas como:
¿Hice bien dejándola ir? ¿Hice bien pensando que todo esto era lo
mejor para ella o para mí? ¿Y si me equivoqué? La soledad no
beneficiaba a Dan en absoluto, pero se había dado cuenta demasiado
tarde. Seguramente, ni su familia querría tenerle de vuelta.
Decidió que lo
mejor sería acercarse al día siguiente al psiquiatra para pedir sus
habituales pastillas para la ansiedad, o no viviría tranquilo para
seguir contando los días.
***
Aquella noche le
costó dormir más que cualquier otra. No dejaba de imaginar a Maroc
sufriendo alguno de sus ataques, o intentando suicidarse en la
soledad de la vivienda que habían compartido. Siempre pensó que era
fuerte, pero en su vigilia se dio cuenta de que los pensamientos
suicidas podían llegar cuando menos se esperaban.
Y en ese sentido,
María era bastante vulnerable.
Colocó sus manos
sobre la cabeza y contempló el techo como si allí estuvieran las
respuestas a unas preguntas que no había formulado. No consiguió
dormir ni dejar de pensar en los horrores que María tendría que
estar pasando. Se incorporó sobre la cama y corrió hacia el móvil,
que se encontraba al otro lado del piso. Cuando llegó tomó el
aparato entre sus manos, lo desbloqueó y, mientras buscaba un número
entre tantos y se dirigía hacia el teléfono del piso, pensó si
debía o no hacerlo.
Y lo hizo.
El timbre del
teléfono sonó varias veces antes de que alguien lo descolgara para
responder.
―¿Sí?
Su
voz, más baja de lo que recordaba, y mucho más cansada, le agitó
el corazón.
―¿Quién
es? ―insistió María.
Colgó
el teléfono antes de arrepentirse por haber realizado la llamada.
Dejó el teléfono en su sitio y el móvil al lado, volviendo a la
habitación. Pero se quedó por el camino, pues la melodía monótona
del teléfono empezó a sonar con insistencia. Su corazón latió
desbocado con solo pensar que podía tratarse de ella.
Sin
embargo, no contestó, sino que se quedó en medio del pasillo hasta
que todo a su alrededor volvió a quedarse en silencio. Entonces
volvió a su habitación y se acostó de nuevo para intentar
descansar un poco. Le esperaba un día duro.
***
25 de marzo de 2016.
Salamanca.
Dan
se levantó de la cama con pesadez y dirigió sus pasos hacia el
cuarto de baño para ducharse. Miró su reflejo en el pequeño espejo
de pared y dijo en voz baja que sería un gran día.
Un
gran día para ir al psicólogo, que seguramente le recomendaría una
breve visita al psiquiatra para que le recetara la medicación que
había dejado en Sevilla.
Se
introdujo en la ducha y abrió el grifo del agua caliente al máximo.
Cada una de las gotas impactó en el cuerpo desnudo de Dan y él
pensó que se trataban de balas disparadas por María que querían
llegar directamente a su corazón. Sintió que todo se desmoronaba y
que todas las paredes intentaban mantenerlo prisionero en un pequeño
espacio donde apenas podría moverse. Necesitaba con urgencia su
medicación o todo el mundo se le caería encima en menos de un
segundo.
4 opiniones
Lo estaba esperando! :)
ResponderEliminar¡Qué guay! Es una pena que no sea un poco más largo... ¿eh?
Eliminar¿Esos dos se conocieron en una clínica o en una farmacia? :P
ResponderEliminarMe niego a mostrar simpatía por Dan y sus dudas sin saber por que se fue... Lo cual me temo sera solo al final...
Jajajajaja pues ese tipo de cosas se irán conociendo mediante los flashbacks de ambos ;). Pero sí, yo también pensaría eso.
EliminarMás o menos, sí :P
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