Aún
no podía creer que Nise (así fue como lo llamé ante la ausencia de su
nombre) hubiera venido a por mí desde un mundo mágico. ¡Eso solo
pasaba en los libros! «Espera —dijo mi voz interior— ¿y si
estás soñando y en realidad Nise no existe? ¿Has probado a
pellizcarte?». Lo hice, pero no dio resultado: aquella criaturita
seguía ante mí, como si esperara algún tipo de reacción que le
indicara que podíamos irnos. En ese momento me arrepentí de haber
aceptado sin pensarlo más, pero las ansias de vivir aventuras habían
podido con mi fuerza de voluntad.
—¿Estás
preparada? —preguntó, volviendo a ofrecer su mano para que la
tomara.
—S-sí
—vacilé.
Sin
embargo, él no apreció ese detalle y, cuando nuestras manos se
unieron, todo el mundo a mi alrededor comenzó a girar. Alguien debió
advertirme de este tipo de viajes para prepararme, pues solía
marearme con facilidad. Cuando todo se detuvo, ya no estábamos en el
jardín de mi casa, sino en un bosque frondoso.
—¿Dónde
estamos?
—En
el Reino de los Tres Reyes Magos —respondió Nise.
«Un
momento… Esto me suena». Recordé que había leído un libro en el
que se mencionaba aquel reino. ¡No me lo podía creer! ¿Realmente
estaba allí o solo eran suposiciones mías?
—¿No
me digas que…? —comencé a decir, pero él me interrumpió.
—Será
mejor que esperes a que todas tus preguntas sean respondidas. Ellos
te explicarán todo lo que tienes que saber antes de ir al Oráculo.
Los
nervios se habían apoderado de mi cuerpo. De ser así, estaba a
punto de conocer a los famosos personajes de uno de los primeros
libros de mi autora favorita. El simple hecho de poder conocer a Nico
me llenaba de felicidad, una que no experimentaba desde hacía años.
«Aunque si está por aquí Laura tal vez se sienta amenazada». Aun
así, me sentía muy afortunada por estar allí y, por un momento, me
olvidé del verdadero motivo por el que me encontraba allí.
—Vamos.
Y no te alejes ni un segundo de mí o te perderás.
Pero
yo sabía que no sería así, conocía cada palmo de aquel bosque y
todas sus salidas. A no ser, claro, que la autora en su libro dejara
zonas sin explorar y justamente me perdiera por una de ellas. De
todas formas, en ningún momento me alejé de Nise, pues deseaba con
toda mi alma llegar cuanto antes al castillo y conocer a los tres
reyes.
Ninguno
de los dos hablamos durante todo el camino. Mientras él me guiaba
hacia el castillo, yo pensaba en todas las posibles preguntas que
podría formular. Parecía que todo lo que me había pasado en
escasos minutos no era más que un sueño. Sin embargo, todo era tan
real que me cuestioné el hecho de que aquel mundo existiera
realmente.
—Ya
hemos llegado —dijo Nise cuando tuvimos el castillo de frente.
Apenas
me había percatado de nuestra llegada, mucho menos del instante
exacto en el que salimos del bosque. Todo se tornaba extraño cada
segundo que transcurría desde el primer encuentro con Nise.
—Es
muy bonito —comenté al observar de cerca la estructura del
edificio—. Dime ¿hay algo más en estas tierras aparte del bosque
y el castillo?
—¡Claro!
Tras él —Y señaló la enorme estructura de piedra— se encuentra
la ciudad, donde todos los seres que habitamos este mundo vivimos
tranquilamente. Como ocurriría en tu mundo, según tengo entendido.
Trabajamos, comemos, dormimos y acudimos a eventos sociales que
organizan en el castillo. Como ves, es bastante grande como para
acogernos a todos. Si te autorizan a visitar mi hogar, sabrás por
qué.
Aunque
me lo imaginaba, asentí tras ver el brillo de emoción en los ojos
de Nise. Tenía la sensación de que, aparte de la grandiosidad del
lugar al que accederíamos en poco tiempo, la ciudad no sería tan
grande como yo estaba acostumbrada a ver. Y me imaginaba también la
estructura de los habitantes.
Accedimos
al castillo sin que ninguno de los guardias se quejara al respecto.
Al parecer, nuestra llegada estaba más que alertada, lo que me hizo
pensar que las palabras de aquella criatura eran más verídicas de
lo que pensaba. El pasillo por el que nos adentramos me recordó a
aquellos que aparecían en las películas históricas, en las que
reyes medievales casi siempre celebraban audiciones para atender a
sus ciudadanos. Me pregunté si los tres reyes tendrían el mismo
proceder. A nuestro
alrededor se apostaban varios hombres con armadura que permanecían
impasibles, como si fueran meras estatuas colocadas allí como
decoración.
Aquel
mundo me fascinaba, pero el castillo muchísimo más. ¡Era tal y
como leí en Laura y las flores del desierto! «Jamás de los
jamases pensé que me encontraría aquí. ¡Con las veces que soñé
con la llegada de este día!».
—A
la derecha —me indicó Nise cuando llegamos a una bifurcación.
El
castillo era tan grande por dentro como por fuera.
—Sabes
moverte por aquí ¿verdad? No me gustaría perderme antes de llegar
a nuestro destino —comenté evitando soltar una carcajada.
—Sí,
tú no temas —afirmó.
Y
tenía razón. En poco más de cinco minutos nos encontramos frente a
una puerta de madera mucho más grande que las demás. Los nervios me
invadieron ante la posibilidad de conocer a tan grandes personajes
dentro de nuestra historia, y de la creada por una de mis escritoras
favoritas.
—¿Preparada?
Las
puertas se abrieron antes de que pudiera responder a su pregunta.
Quedé sorprendida ante tal muestra de esplendor.
2 opiniones
Es muy emocionante llegar a ese reino tan soñado, el sueño de cualquier lector *-* ¡Saludos!
ResponderEliminarPfff ¡ya te digo! Gracias por leer :D
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