Aclaración: Debido al carácter de esta novela, creo preciso aclarar ciertas cosas que quizá puedan llegar a confundir.
En primer lugar, el hecho de que cada uno de los capítulos será narrado desde el punto de vista de uno de los protagonistas. Para aclarar de quién se trata siempre se especificará, al menos en el primer párrafo, el nombre de aquel al que corresponda el protagonismo en ese capítulo.
En segundo lugar, la presencia de partes narradas en cursiva. Estas corresponden a recuerdos del pasado, ya sean de María como de Daniel. Algunos de esos recuerdos pueden llegar a estar repetidos, pero así es más fácil conocer mejor a los personajes y sus circunstancias. También os pueden ayudar a saber cuál de las versiones es la correcta… O liaros un poco más.
Y, por último, quisiera añadir que la historia de María y Daniel es ficticia, aunque está basada en otra muy real.
21 de marzo de 2016. Provincia de Sevilla.
María temía la llegada de la
primavera con todas sus fuerzas. Era una de esas estaciones clave
para ella ya que corría el riesgo de que su humor cambiara
drásticamente a peor. Y el hecho de que la ruptura se produjera unos
días atrás tampoco ayudaba a mejorar la situación. Por si fuera
poco, aún seguía viviendo en el piso que durante tanto tiempo
compartió con Dan y eso, de una manera u otra, la estaba consumiendo
por dentro. Pero aún no había tomado una decisión que la impulsara
a salir de aquella casa que tantas cosas buenas le había aportado.
Echaba de menos a Dan. ¿Cómo no iba a
hacerlo? Aún en ese momento seguía amándolo con todas sus fuerzas.
El momento de la ruptura era tan confuso para ella que ya no entendía
por qué tuvieron que dejarlo. «Si por mí fuera ―pensó―
hubiera durado para siempre. Aunque no estuviéramos casados». ¡Y
menos mal! Hubiera sido muy doloroso para ella tener que soportar la
etapa del divorcio o la separación. Quizá por eso decidieron hacer
oficial su relación firmando esos papeles que los reconocían como
pareja de hecho. O tal vez fuera porque realmente Dan no la amaba
tanto como había querido demostrarle. Ya no estaba segura de nada
que tuviera que ver con él.
Hacía unos días que había empezado a
sumirse en una depresión que cada día iba a más. Sentía que
estaba hundiéndose en el fango, como si una fuerza invisible no
permitiera que pudiera salir a la superficie. Fue al botiquín,
situado en el cuarto de baño, y buscó con ansia sus pastillas entre
un mar de frascos con etiquetas. Su frustración aumentó al darse
cuenta de que tardaría demasiado en leerlas todas y dar con la
correcta. «¿Por qué no las tendré más a mano? Aquí están todas
las pastillas de ambos. ¡Maldita sea! ¿Por qué no se las llevaría
cuando se marchó? Seguro que luego se arrepentirá de no haberlo
hecho». Alcanzó a ver el frasco que contenía sus antidepresivos.
Hacía unos meses que no tomaba la medicación gracias al apoyo
emocional de Dan, pero comprendió tarde que había sido un error. Su
estado emocional había decaído con fuerza debido a su ausencia.
Respiró hondo y se tomó la dosis que,
habitualmente, habría tenido que tomar. Y de nuevo, volvió a
inspirar y a expirar como si estuviera meditando. «No pienses en
nada deja la mente en blanco» se repitió una y otra vez hasta que
dejó de pensar. Era muy difícil evitarlo, sobre todo para ella,
pero con los años había aprendido a dominarlo. No podía decir lo
mismo sobre sus cambios de humor, aunque sí que controlaba sus
estados maníacos. En el último año no había sufrido episodios
significativos del estilo que, hacía años, asustaban a cualquiera.
Incluida ella.
Volvió a la sala de estar y encendió
la televisión para mantener distraída su mente. Por mucho que
pudiera dejar de pensar, siempre llegaba ese momento en el que sus
pensamientos volvían a aparecer y a sumirla en el caos. Viendo
cualquier programa divertido podría mantener su lado más oscuro
alejado del laberinto que formaban sus ideas.
Fue una de ellas la que apareció de
manera fugaz en su mente, pero consiguió atraparla antes de que se
escapara de sus manos. «Eso es. ¡Eso es! Si escribo… Si escribo
tal vez… Tal vez me sienta mejor». Meditó durante unos segundos
sobre esa posibilidad y, sin apagar la televisión, fue a por su
ordenador portátil a su habitación y volvió para instalarse en la
mesita frente al sofá. Apagó entonces la tele y esperó a que
terminara de cargar para abrir el procesador de textos.
―¿Qué título podría poner a la
novela? ―pensó en voz alta, sin obtener una respuesta al momento.
La euforia invadió su ser tan rápido como solía hacerlo la
depresión cuando la situación lo propiciaba. «Debo tener cuidado y
no dejar más la medicación o me arrepentiré».
El teléfono sonó antes de que sus
manos comenzaran a teclear.
―¿Sí? ―preguntó en cuanto
descolgó.
―Soy mamá. ¿Cómo estás?
―Bien ―mintió―, creo que en unas
semanas podré continuar felizmente con mi vida.
―¿Por qué no vienes y pasas unos
días con nosotros? Tu hermano vendrá mañana y se quedará hasta el
fin de semana.
María lo pensó durante unos
instantes. El silencio que escuchó en su casa fue determinante para
tomar su decisión.
―Quizá sea buena idea ―respondió
finalmente―. Si sigo aquí encerrada me sumiré aún más en esta
maldita depresión.
Al final lo había admitido.
―Bien dicho, hija. Sabes que esta es
tu casa y que todos intentaremos ayudarte.
―Lo sé, mamá. Gracias. Nos vemos
mañana entonces ―se despidió María.
―Hasta mañana, cariño.
Colgó el teléfono y se sentó antes
de que el llanto naciera en lo más profundo de su ser. Se abrazó a
las rodillas sobre el sillón y lloró como si le fuera la vida en
ello. Hacía tanto que no lloraba que pensó que sonaría ridícula
si alguien ajeno a ella la escuchaba.
Aquella noche no consiguió dormir.
Ni aunque contara ovejas o tomara la
dosis reglamentaria de su medicación lo hubiera logrado. El llanto
era más potente, así como sus persistentes malos pensamientos.
***
22 de marzo de 2016.
Triana, Sevilla.
Aparcó el coche en el aparcamiento del
edificio y sacó las maletas. Había dejado atrás toda una vida
llena de recuerdos que la habían llenado de felicidad, pero también
de amargura. En las últimas semanas, desde la ruptura, lo había
pasado fatal. Tanto, que había llegado a plantearse una alternativa
demasiado cobarde para ella.
De haberlo hecho, su familia no la
habría perdonado.
Se adentró en el ascensor, pulsó la
planta tres y miró atentamente su reflejo en el espejo. Sus intentos
por arreglar su imagen habían sido insuficientes, pues el rostro aún
reflejaba tristeza y las ojeras marcadas indicaban lo poco que había
podido dormir en los últimos días. Intentó sonreír, pero todo lo
que había conseguido se resumía en pura falsedad. Nunca se había
esforzado en mentir sobre su estado de ánimo, tal vez por eso no era
capaz de demostrar que era fuerte a pesar de todo.
Aunque no sabía que ya era fuerte al
no sucumbir a los brazos de la muerte.
El timbre del ascensor indicó que ya
había llegado a la tercera planta. Tomó con fuerza las maletas y
salió del pequeño cubículo con cierta ansiedad. Sus pies se
detuvieron ante un largo pasillo lleno de puertas de madera que
resaltaban frente a las paredes blancas en las que se encontraban.
Caminó de forma pausada en busca de aquel número en el que durante
gran parte de su vida había vivido y, cuando lo encontró, respiró
hondo antes de llamar al timbre.
Abrió la puerta un hombre joven, pero
un poco mayor que ella, con barba y esos ojos grises que siempre le
habían definido. Sus pestañas, al igual que las de ella, estaban
definidas, pero no por ello le afeminaban. Todo lo contrario, a María
siempre le había resultado uno de los rasgos atractivos de su
hermano. Sus labios eran más finos que los de ella. Parecerían dos
gotas de agua de no ser por ese pequeño detalle y por el color de
sus cabellos. Al contrario que el rojo fuego de María, el de Álvaro
era moreno, como su padre.
En cuanto soltó las maletas en el
suelo, aun sin entrar en el interior del hogar familiar, ambos
hermanos se abrazaron como si llevaran mucho tiempo sin verse. Maroc
suspiró pesadamente en su pecho, dejándose arropar por aquel que
siempre había sido su protector, su confidente.
―Lo siento tanto, Maroc…
Ella intensificó su abrazo ante esas
palabras.
―Gracias… ―su voz se quebró
antes de que pudiera continuar, dejando que el llanto dominara por
completo su voluntad.
―¡Cariño!
Su madre se acercó por detrás de
Álvaro, preocupada, y él se apartó para que Virginia ejerciera su
papel de madre. Ambas se abrazaron y, mientras tanto, el mayor de los
hermanos cogió las maletas de la chica para meterlas en el interior
del piso.
―¿Cómo estás? ¿Has tenido buen
viaje?
―Mamá, desde Camas hasta aquí no
hay tanto, no puede considerarse un viaje como tal ―replicó.
―De todas formas, sabes que siempre
me preocuparé.
Cuando se separaron, ambas depositaron
un beso en la mejilla de la otra. Después, entraron y cerraron la
puerta.
―¿Y papá? ―preguntó mientras le
buscaba por todas partes.
―Está trabajando.
Sabía perfectamente a qué se refería
con eso su madre. Su padre ya estaba jubilado, de hecho era
pensionista, pero como no quería quedarse parado en casa había
decidido encargarse de la compra mientras pudiera. A eso llamaban
trabajo en aquella casa.
Cuando Álvaro regresó tras dejar las
maletas en la habitación de María, volvió a abrazarla.
―Si hubiera sabido que ese cabrón te
haría tanto daño jamás habría permitido que cometieras esa locura
de…
―Firmar los papeles para ser pareja
de hecho oficial no fue ninguna locura ―interrumpió lo que parecía
ser el comienzo de un discurso― y no me arrepiento de haberlo
hecho. Si te digo la verdad ―Deshizo el abrazo para mirarle
directamente. Su madre había desaparecido minutos antes por la
puerta de la cocina, por lo que estaban solos―, no sé por qué me
ha dejado a estas alturas. Por eso voy a hacer lo que esté en mis
manos para averiguarlo, aunque sea sola.
18 opiniones
Me encanto! Muy bueno el primer capítulo:)sigue porfavor! Jajaj
ResponderEliminarEs mi idea o la protagonista tiene ¿depresión bipolar?
Parece que a ti no te ha costado como a otros encontrar la enfermedad de María... Algo parecido tiene, sí.
EliminarMe alegra que te guste tanto *-* ¡gracias!
Saludos.
Linda que buena que pinta la historia, la verda dme d aintriga la vida de la protagonista y el secreto que oculta. ¿que tan mal hizo para que su familia no la perdonara y encima e afecta tanto a ella?mmm veremos como sigue...
ResponderEliminarTe mando un beso grande
¡Hola, guapa! Me alegra que te guste, la verdad es que tengo grandes cosas pensadas para esta historia y quizá por eso, en parte, le tenga ese cariño especial que le profeso. Espero que te siga gustando conforme leas.
EliminarSaludos <3
Que historia más chula!! Seguiré leyendo poco a poco =D
ResponderEliminarMil besos
Me alegra que te guste, estaré deseando verte por los capítulos *-*
EliminarSaludos.
Me encantan tus historias son preciosas.
ResponderEliminaren estas me ha recordado a esta estrofa "piensa en ti y cuentame que pasa, piensa en mi y no te olvides quien te ama, dando la vida por ti, no descanses, si el amor te ayuda abrazalo, hazlo por los dos." Espero que la continues.
¡Muchas gracias! :D
EliminarEn parte, la escribo en el blog para eso, para poder continuarla jeje. Todos los miércoles (salvo excepciones) habrá nuevo capítulo ;)
Saludos.
PD: bonita estrofa ^^
es de una cancion piensa en ti de sacramento https://www.youtube.com/watch?v=8y8FAx-aXec
Eliminarahi explica de que va la historia y es la cancion
Es muy bonita, creo que la agregaré a las canciones de esta novela jejeje.
EliminarMe has dejado prendidísima con la historia de María. Me gustan este tipo de personajes.
ResponderEliminarEsperaré ansiosa la continuación.
¡Nos leemos!
¡Muchas gracias! Me alegra muchísimo que te esté gustando, mañana tendrás un nuevo capítulo ;)
EliminarSaludos.
La protagonista me cae bien (por ahora :P), eso no es usual en mis lecturas románticas. No se deja ganar por su depresión sin dar pelea y tiene determinación y valor para exigir respuestas.
ResponderEliminarEs difícil que las protagonistas caigan bien si se están quejando todo el día de que el chico no les hace caso... Pero bueno, María ya es muy mayorcita como para hacer eso y, en su lugar, intenta luchar contra su enfermedad, ante todo.
EliminarGracias por pasarte a leer (aunque leyeras antes el segundo jaja) <3
Muy buen comienzo, un gran primer capítulo que me ha metido de lleno en el triste momento por el que pasa la protagonista, además de lanzar misterio alrededor del por qué de la ruptura entre Dan y María.
ResponderEliminarTengo una experiencia un tanto desastrosa con los estados de ánimo alterados, y me he sentido muy identificado con ella al meditar, trasteando la medicación, acerca de sus vaivenes maníaco-depresivos mientras se planteaba el ponerse a escribir.
Sin dudar continuaré con esta historia ^^
Un saludo R.
Me alegra mucho que te haya gustado este primer contacto con María y que te sientas identificado con ella. A mí me pasa lo mismo, pero por otro motivo muy diferente al tuyo jeje ^^'.
EliminarMe alegrará verte por el resto de capítulos.
Saludos.
¡Hola guapa! Se me olvidó comentar antes que me había gustado mucho el capítulo. Tenía muchas ganas de leerlo desde hacía tiempo y cuando la publicaste no pude leerla al momento xDDD Pero me alegro de haber encontrado un hueco, me voy a por el siguiente capi ^^
ResponderEliminarUn besote!!!
¡Me alegra mucho que te guste! *-*
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