Un regalo para Sam

29.5.16


¡Muy buenas y feliz domingo! Al final tomé la decisión de publicar este relato hoy para celebrar, de alguna forma, mi cumpleaños con todos vosotros. Es algo extraño que comencé hace tiempo para un concurso de wattpad, pero que finalmente no pude terminar a tiempo y quedó ahí. Debo advertir que no es un relato romántico cualquiera, es más, creo que resalta ciertos comportamientos que no alabo en absoluto y que no deberían ser tomados como ejemplo para realizar en la vida real. Tras esta advertencia, espero que disfrutéis del relato en la medida de lo posible.


Tenía que prepararme mentalmente para la llegada del día más importante de mi vida. El día en que consiguiera felicitarla por su cumpleaños. Y aunque podría narraros mi día a día hasta que llegara el gran momento, no lo haré. Porque la protagonista de esta historia es Sam, mi querida Sam.

Cinco días antes de su cumpleaños la esperé a la salida solo para verla marchar. A veces la acompañaba a su casa sin que se diera cuenta de que la seguía. Es una actitud bastante penosa, he de reconocerlo, pero a veces se convertía en algo necesario cuando lo que quieres es saber más sobre esa persona. Aquel mediodía no me sentí acosador, por lo que solo la vi alejarse antes de tomar mi propio camino.

A veces me aventuraba a espiarla mientras se encontraba en casa, o incluso la seguía si la veía salir del edificio. Estaba realmente obsesionado con Sam, aunque nunca lo admiiría. No estaba tan loco como para hacerlo por mi cuenta. No quería que me tomaran por algo que no era... Pero volvamos al tema que nos atañe: la hermosa Sam. Solo me faltaba espiarla mientras se encontraba en la ducha, o cambiándose de ropa. Yo era un caballero que respetaba la intimidad de las mujeres. ¿Y si me descubría asomado a su ventana mientras estaba en ropa interior? Jamás me lo perdonaría, ¡y con razón! Mi Sam nunca permitiría que un chico que no fuese su pareja la mirase en ropa interior. Por mucho que ese chico le gustara. Ese día en cuestión, Sam no salió de su casa ni siquiera para ir de compras. ¡Y casi siempre lo hacía! Disfrutaba viéndola contenta cada vez que salía del centro comercial con unas cuantas bolsas en cada mano. Pero más disfrutaba viendo cómo estrenaba todo lo que se había comprado en menos de un mes. La adoraba como si fuera una verdadera diva, aunque ella no se lo tuviese creído.

Cuatro días antes de que llegara el gran día ella lucía radiante, espléndida. Me encandiló solo con verla por el pasillo de camino al aula que compartíamos. No lo he dicho antes, pero somos del mismo curso, lo que hacía que todo fuera aún más ridículo. Oí que una de sus amigas le decía:

—Sam, mira ese rarito que te está mirando...

Cuando ella se giró, sentí que las mejillas me ardían y que apenas podía respirar sin que se notara que estaba hiperventilando del nerviosismo. ¡Me estaba mirando! Pero la cosa no se quedó ahí, pues cuando sonreí ella me devolvió la sonrisa mostrando aquella hilera de dientes que perfectamente podrían ser de una actriz de cine. ¡Cómo se cuidaba!

—Dejadle, chicas, ¿pasa algo si lo hace? Yo creo que es adorable.

Y seguía mirándome mientras decía aquella frase. ¿Podría ser el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas? Yo seguí sonriendo mientras una sensación extraña me embargaba. Los compañeros fueron llegando y nuestras miradas dejaron de estar conectadas. ¡Maldita condena!

Durante todo el día me sentí alegre. ¡Sam me había mirado! Y lo mejor de todo, ¡pensaba que era adorable! Estaba eufórico, debía aprovechar ese momento para culminar mi obra. Sin embargo, el pesimismo se apoderó de mí al pensar en la posibilidad de que al día siguiente ni se acordara de mi cara.

Y con ese temor fui al instituto al día siguiente, el tercer día justo antes de que fuera su cumpleaños. A pesar del miedo que se había apoderado de mí, me sentía nervioso. ¿Y si me había equivocado con mis suposiciones? ¿Y si me veía y me sonreía? Abrí la puerta del edificio mientras silbaba una de mis canciones favoritas. A medida que me iba acercando a mi aula, me iba dando cuenta de que atraía las miradas de todos. Pero Sam no se encontraba allí, ni siquiera estaba con sus amigas en clase. Aquel no sería un buen día para que ella faltara o hiciera novillos... ¡Necesitaba saber si se acordaba de mí! Mi obsesión cada vez parecía ir en aumento, pero siempre intentaba controlar mis nervios respecto al tema Sam.

—Hola, chico adorable.

Me giré lentamente como si no quisiera darme cuenta de que solo se trataba de un espejismo de mi mente. Pero no, Sam se encontraba allí con esa misma sonrisa que el día anterior me encandiló.

—Me llamo David —dije rápidamente mientras intentaba levantarme sin ocasionar ningún destrozo en el intento.

—¿Puedo llamarte Dave?

¿Cómo iba a negarme a que lo hiciera si así lo deseaba? Asentí, sintiéndome un tonto por tenerla tan cerca y no poder hacer otra cosa que mirarla. ¡Pero la respetaba tanto! Y ahora que había conseguido su atención no quería, por nada en el mundo, que me considerara un atrevido. Yo no era así. Tragué saliva y me quedé observando aquellos ojos azules que escudriñaban mi mirada.

—¿Sueles hacer esto a menudo cuando conoces a gente nueva? Yo tenía entendido que en las presentaciones las personas se dan la mano o dos besos como símbolo de cortesía.

—Pero yo no me he presentado —replicó ella, y con toda la razón del mundo.

Sin embargo, yo la conocía desde hacía tanto tiempo que no lo consideré algo necesario.

—Ya sé que te llamas Sam, llevo contigo desde primaria y siempre hemos coincidido en la misma clase. Así que podría decirse que ya te conocía, pero tú a mí no...

Sam quedó sorprendida ante aquel intento de explicación que escapó a través de mis labios.

—Vaya, no tenía ni idea... —Durante un rato pareció quedar pensativa, pues su mirada se encontraba perdida en algún punto fijo de mi rostro— Encantada, Dave —Sonrió una vez que volvió a hablar y me dio dos besos, uno para cada mejilla. Juro que sentí que mis mejillas ardían ante su contacto.

—El placer es mío, Sam.

No supe cómo reaccionar a continuación, si coger su mano y besarla delicadamente como si de una princesa se tratara, o si dejar que mis nervios me jugaran una mala pasada y ella comprobara que ni siquiera tenía temas de conversación que ofrecer. Me decanté por cometer una locura.

—Sam, dentro de dos días es tu cumpleaños y me preguntaba si tenías algo que hacer...

Su mirada se vio ensombrecida de pronto y sus labios deshicieron aquella hermosa sonrisa. Aquello no me gustó en absoluto.

—Depende del horario, pero no te preocupes, ese día celebraré mi cumpleaños solo con mi familia y será algo sencillo, una comida o una merienda.

«Perfecto».

—Sam, sé que es una locura lo que te voy a proponer, pero ¿te apetecería venir ese día a cenar conmigo?

En un primer momento se mostró reacia a aceptar. Seguramente pensara que me había vuelto loco, pues aunque yo la conociera casi desde siempre, ella solo llevaba unos minutos sabiendo mi nombre.

—¡Vale! No pierdo nada con ir.

Me sorprendió tanto su respuesta que no pude evitar lanzarme sobre ella para abrazarla. Pero me separé pronto temiendo haber cometido un error con aquel gesto. Debía andar con pies de plomo si quería que la cita siguiera en pie.

—Lo siento, Sam...

Revolví mi cabello ondulado con cierto nerviosismo. ¿Es que acaso no podría continuar con aquella conversación sin que intervinieran en ninguna de mis acciones?

Demasiado tarde. Los compañeros fueron llegando, lo que indicaba que la clase estaba por comenzar.

—¿Te importa si me siento contigo?

¿Podía haber algo más reconfortante que oír esa pregunta de sus propios labios?

—¡Claro que no! El sitio está libre.

Casi podía decirse que ese sitio siempre había esperado por ella. Me senté de nuevo en mi silla y sin perderla de vista ni un segundo, observé cómo se sentaba. Su elegancia y su delicadeza a la hora de moverse eran innatas, un don que Dios le había regalado al nacer. Mi corazón no podía dejar de latir desbocado, como si en cualquier momento fuera a salirse de mi pecho para ir en busca del de Sam. Y cuando pensaba que todo iría bien conforme fuera avanzando la hora de clases, ella me sorprendió con algunos gestos que jamás hubiese esperado que fueran dirigidos a mí. Sin embargo, al encontrarnos en una de las mesas que se encontraban en medio de todo el aula, no podía demostrar ningún ápice de emoción que nos delatara. Sam sabía ser discreta y por nada en el mundo quería que se dieran cuenta de que algo extraño sucedía entre nosotros. Pero solo eran juegos entre dos adolescentes a los que no les importaba haberse conocido oficialmente hacía escasos minutos.

Pero entonces una duda me asaltó.

—Oye, Sam —susurré para que solo ella me oyera— ¿por qué ayer no te acercaste para hacer lo que has hecho hoy?

—Pensé que si lo hacía, creerías que sería algún juego entre mis amigas y yo. A veces pueden llegar a ser muy crueles si se lo proponen...

—¿Por qué son tus amigas entonces? No creo que tú lo seas...

—Y no lo soy.

Por desgracia, no pudimos seguir manteniendo nuestra conversación. El profesor nos lanzó una mirada fulminante, al parecer se había dado cuenta de que estábamos hablando en voz baja.


···


El día de su cumpleaños me pasé todo el día con los últimos preparativos, por eso, cuando la fui a buscar al parque donde habíamos quedado, estaba emocionado. Al verla tan hermosa me sentí afortunado de haber conseguido su compañía aquella noche. Caminamos hasta el muelle sin ninguna prisa mientras ella me ponía al tanto de algunas cosas que yo descubrí que no sabía, y yo la puse a ella al tanto de mi vida debido a su curiosidad. No podía entender por qué ahora, por qué esa insistencia por conocerme mejor.

—Sam, yo prefiero que me cuentes más sobre ti.

—Está bien, Dave. Hace dos años comencé a salir con un chico que creí que me quería. Yo a él le amaba, o pensé que le amaba... Y fue por eso que decidí entregarle lo más valioso que tenía. ¿Qué hizo él? Me lo arrebató sin miramientos y después si te he visto no me acuerdo. Desde ese preciso instante en que no supe nada de él me sentí completamente traicionada por alguien que ni siquiera se merecía mi amor. No me arrepiento de haberme fijado en él porque gracias a lo que ocurrió no volví, ni volveré, a caer en un error parecido.

Su mirada fue distante, como si se hubiera trasladado a aquella época que tan lejana me parecía. Solo habían pasado dos años desde entonces. Lo peor de todo fue no haber conocido antes ese detalle, pues de haber sido así hubiera podido romperle la cara a ese imbécil por hacerle daño a mi Sam. Cuando sus ojos volvieron a mirarme la abracé.

—Te prometo que no te volverá a pasar, yo estaré aquí para protegerte.

El suspiro de Sam pareció atravesar mi cuerpo.

—Gracias.

—Bueno, bueno —dije separándome de ella—. ¡Nada de tristezas! Hoy es tu cumpleaños, ¿no? —Ella asintió— ¡Pues a celebrarlo se ha dicho! Vamos...

La arrastré hacia el muelle en cuanto mi mano tocó la suya para llegar cuanto antes. Su risa era perfecta a su manera, y la forma en la que su cabello ondeaba al viento me parecía única. Cuando llegamos, nos detuvimos y ambos nos miramos de frente.

—No te he dicho antes lo preciosa que estás con ese vestido. No sabía que supieras correr con tacones.

Me golpeó el hombro cuando pronuncié la última frase.

—Gracias por lo del vestido. No sabía si te gustaría, como apenas te conozco...

—¡Cierra los ojos! —la interrumpí, recordando que todo lo que tenía preparado para ella era una sorpresa. Y para asegurarme de que no podía ver nada posé mis manos sobre sus ojos. La oí suspirar, lo que me provocó un escalofrío en la espina dorsal. La conduje hacia un lugar apartado de la playa, pero cercano al muelle. Había una mesa redonda con dos sillas playeras y dos velas decoraban el centro de la mesa. Al lado, una bandeja móvil donde se encontraba la comida bien tapada para que no la invadieran los bichos. Dos platos con sus respectivos cubiertos, además de unas copas y una botella de refresco que había sobre la mesa. Sobre unos postes había colgado serpentinas y flores— ¡Sorpresa! —Separé mis manos de sus ojos.

Ella los abrió y se llevó las manos a su boca entreabierta. ¡Se veía tan hermosa así!

—Pero esto... esto es... lo más bonito que han hecho por mí... ¡Gracias!

Esa vez, fue ella la que me abrazó lanzándose sobre mí con tanta fuerza que caímos ambos sobre la arena. Nuestros rostros quedaron a escasa distancia y su mirada gritaba porque uniera mis labios a los suyos. Pero ¿sería correcto? ¡Apenas me conocía! Y, aunque me doliera reconocerlo, apenas la conocía también. Porque por muchos años que hubiera estado con ella y por mucho que la hubiera observado, había aspectos de su vida que desconocía por completo. Como lo que ella misma me había contado anteriormente.

Acaricié su mejilla con mis ojos puestos sobre los de ella. Parecían estar unidos mediante un hilo invisible que nos obligaba a mirarnos, como si nada más que nosotros dos existiera. Tuve ganas de besarla y, aunque al principio me negué a seguir mis instintos, acabé haciéndolo. Pero antes la felicité como siempre había querido hacer:

—Feliz cumpleaños, Sam.

Y atraje su cabeza hacia mí. Sus suaves labios parecieron recibirme de manera adecuada, como si Sam llevara tiempo esperando ese momento. Como yo. Mi corazón latió desenfrenado mientras intentaba aumentar la intensidad del beso, pero algo no iba bien. Lo presentía. Por eso me alejé con la disculpa reflejada en mis ojos.

—Lo siento, Sam...

Aparté su cuerpo hacia un lado y me levanté de la arena. ¿Y si se arrepentía de haber depositado en mí parte de su confianza? Prefería no saber la respuesta y, por eso, me marché sin decir nada. Sin darle tiempo a reaccionar como creía que lo haría.

Me fui para no volver más.

¿Qué os ha parecido? 
Ha sido espectacular porque, gracias a este final, se me ha ocurrido otra idea que estoy deseando desarrollar y que espero que a vosotros, cuando llegue el momento, os guste.
Por cierto, este relato tiene segunda parte, pero tardará en llegar. ¡Espero no haceros esperar mucho!

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8 opiniones

  1. No entiendo por qué se marcha... jooo!!

    Y... FELIZ CUMPLEAÑOS, RO!!

    El relato me ha encantado, como siempre, la forma en la que David describe a Sam es muy buena, como lo de sentarse en la silla. Son detalles que quedarían raros si fuésemos nosotros quienes lo dijéramos, pero poniendolo en boca de otro personaje enamorado de nuestra prota, todos esos detalles cobran sentido. No sé si me explico jajaja :)

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    1. Quizá... No estoy muy segura jajaja. La verdad es que me introduje bien en su personaje para poder hacer esas descripciones (pues desde el principio supe que sería bastante difícil narrarla por las ideas que tenía).

      En realidad, ese final fue determinante para pensar en la segunda parte, que llegará seguramente después del verano jajaja.

      Muchas gracias por pasarte y por la felicitación *-*

      ¡Saludos! <3

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  2. ¡Nooooo! Ese final, estuvo buenísimo. Me encantó, no me lo esperaba.
    Ay, no te disculpes por las conductas de tus personajes. Yo disfruto mucho leyendo y escribiendo cosas así, y en persona soy más inofensiva que una oveja.
    Este cuento ha estado muy bueno, espero la segunda parte. Y ella me da cosita, no sé, eso de las amigas crueles... Ay, hizo bien en huir. O no. No sé. Espero leer más :D
    Espero que hayas pasado un muy feliz cumpleaños ♥
    ¡Saludos!

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    1. No me disculpo, solo advierto para que no tomen ciertas actitudes para hacerlas en la vida real ;)

      Me alegra que te haya gustado. Parece que a todos los que han leído no les parece de fiar Sam. Supongo que en la "segunda parte", que será narrada por ella, la conoceremos un poco mejor xD

      Sí, lo pasé genial. ¡Gracias! <3

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  3. ¡Oh my goodnees! Que tierno y que triste... ¡Si quiero la segunda parte! Seguro que me gustará mucho.
    ¡Feliz cumpelaños! Espero que lo hayas pasado chachi.
    ¡Saludos!

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    1. Seguramente lo traiga en septiembre si todo va bien, todo depende de lo que haga este verano jeje. Me alegra que te haya gustado *-*

      Saludos y gracias <3

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  4. Tuve el agrado de leerla en Wattpad, y me gustó mucho, sobre todo, lo obsesionados que son ambos a mi parecer. Tanto que Dave iba a irle de frente para decirle el feliz cumpleaños, y terminó espantado y yéndose de la cena cuando la besó.
    Espero leer la segunda parte, y poder conocer más a Sam, que creo que es la peor de los dos jaja.
    Un beso, :3

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    Respuestas
    1. Jajajaja ¿verdad? Yo también lo creo, a ver cómo se da la cosa... Muchas gracias por pasarte, guapa. Mucha suerte con tu nuevo recorrido por el mundo blogger ^^

      Saludos.

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