Este mes es especial porque, además de ser el último de 2017, tengo a una invitada muy especial para que hable en mi pequeño espacio de la red. Lorena Grande nos va a hablar de romántica y del motivo por el que no pasa de moda. A mí me ha encantado y espero que a ti también. ¡Te dejo con ella!
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Es fácil pensar que, cuando un género crea un boom en la sociedad, el tiempo hará que ese mismo género acabe pronto en el olvido. La romántica y la erótica son objeto de esa diana, aunque parezca mentira. Hasta hace unos años, nadie hablaba de los libros románticos. Esas historias de Jane Austen, de las hermanas Brönte o de Shakespeare parecían más propias de cuentos de amor surrealistas a un éxito rotundo en el siglo XXI.
El romanticismo no está de moda, todos los sabemos. Los ideales de recibir flores y corazones a lo Anastasia Steel han quedado obsoletos, anticuados. Ahora buscamos una pareja que nos sorprenda, que nos haga vibrar y que nos provoque sensaciones nunca imaginadas. Ese es el quid de la cuestión, el por qué las novelas eróticas se han hecho un hueco tan fácilmente en nuestras bibliotecas particulares. Y, cuidado, la erótica no está para nada desvinculada con la romántica; todo lo contrario.
Me explicaré.
Aunque parece claro que cada uno tiene su prototipo de pareja, siempre encontramos a alguien que nos sorprende. Se enciende esa chispa inquietante y la otra persona se encarga de camelarnos con detalles románticos. Y es perfecto, hasta que llegan los momentos en los que los besos no son suficientes y quieres dar el siguiente paso. La erótica es, simplemente, el paso siguiente al romanticismo. Por supuesto, no siempre sucede así y menos aún con las relaciones de una noche. Aun así, incluso en esas situaciones, hay un preludio en el que hay que hacer que el corazón de la otra persona estalle y, después, que surja lo que tenga que surgir.
En los libros pasa exactamente lo mismo. Imaginemos que la historia de Elizabeth Bennet transcurre en este siglo. Elizabeth estaría catalogada como una mujer segura, de armas tomar, difícil de conquistar. El señor Darcy se las vería y desearía para que le respondiera a los mensajes de Whatsapp. Lo intentaría todo, por activa y por pasiva. En cuanto Elizabeth aceptara salir con Darcy y hubiesen cogido confianza, una cosa está clara: las cenas románticas tendrían postre. Es así, todos los sabemos. Lo que ocurre es que Orgullo y prejuicio es demasiado romántico (algunos dirían que empalagoso) como para mostrarnos ese lado carnal de dos personajes tan apasionados (aunque Darcy parezca Snape la mayoría del tiempo).
De alguna forma, podemos trasladar esa pasión de los siglos XVII o XVIII a nuestra época. Podemos imaginarnos lo que pasó después de que el padre de Elizabeth le concediera la mano a Darcy. Y después de casarse. Y cómo Darcy fue mejorando sus habilidades en la cama con Elizabeth. La erótica es la representación carnal de lo que nos hace sentir la romántica.
Por eso mismo escribir en estos géneros jamás pasará de moda, porque todos nos sentimos identificados con esos personajes que describen sus encuentros (sexuales o no) y la forma en que se ponen nerviosos, les sudan las manos, el corazón les late a toda prisa y se sienten atraídos. La seducción tiene varios niveles; la erótica es el más alto, mientras que la romántica es la base de todo. Hay quien odiará leer este género y puede ser por muchas razones. Yo digo que una de ellas es no querer enfrentar la verdad de lo que siente. O que le parecerá demasiado dulce, que también puede ser.
Sea como sea, pueden pasar meses, años o siglos. Las relaciones entre las personas siempre serán un motivo más por el que escribir, algo en lo que entretenerse escribiendo y leyendo. Una forma de encontrarnos a nosotros mismos y descubrir nuestras fantasías, o de darnos cuenta de que lo que soñábamos no estaba tan bien como creíamos. La romántica jamarás pasará de moda y la erótica siempre será ese punto picante que le dará el toque extra a la novela.